domingo, 2 de enero de 2011

Familia, familia y familia.


No se sabe si a veces las cosas coinciden por ciencias infusas o hay una línea predeterminada para hace coincidir actos, declaraciones, y manifestaciones, que a muchos les hace resentirse de los oídos ante esas palabras e incluso revolverse la mente ante tamaños dislates.
Por un lado escuchamos y leemos al Presidente de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá, que vinculó la violencia doméstica a la perdida de la familia tradicional, y añadió que se da sobretodo en procesos de separación y divorcio, y de litigio. “Los matrimonios canónicamente constituidos tienen menos casos de violencia doméstica que aquellos que son parejas de hecho o personas que viven inestablemente”. Todo esto sin un estudio previo, sin datos estadísticos sino basándose en la pura intuición; que dirán los sociólogos al respecto. Tal vez nadie conozca a matrimonios católicos, casados por la Iglesia en los que se de malos tratos. Tal vez no tenga conocimiento que esta lacra de terrorismo domestico, se da en todas las clases sociales y en todo tipo de matrimonio, por desgracia. De todas maneras resulta gratis decir esto, acaso pensando en que esto pueda provocar más adeptos o hacer crecer el numero de enlaces por medio de la Iglesia.
No hace muchos días oímos igualmente, a Asociaciones pró-vida que ayudan a madres embarazadas durante un año con comida y pañales para evitar el aborto o pudimos ver una reciente manifestación con el slogan de: “Es una gozada VER una embarazada”, organizado como apoyo a la familia natural formada por la unión del hombre y la mujer. En ambos casos nuevamente parece primar solamente el que nazca un niño, no importa el futuro que tenga por delante, si hay o no una familia que lo acoja y lo quiera, si está puede ofrecerle un futuro con ciertas garantías. Unos pañales ayudan para lo que sirven y poco más y efectivamente ver una mujer embarazada puede ser una gozada, motivo de esperanza, o no. Si lo que se vislumbra después del parto puede presagiar dolor, desgracia, malos tratos, abandono. Por desgracia, no siempre detrás un embarazo todo son parabienes. No todos los niños “vienen con un pan debajo del brazo”. Y familias formadas por un hombre y una mujer, como si ello fuese garantía de AMOR, como si una madre sola, por ejemplo, no pudiese superar a esa otra familia que se ofrece como único modelo.
Como colofón a esta serie de coincidencias se celebra una Eucaristía por la Familia, el próximo 2 de enero en la Plaza de Colón de Madrid, bajo el lema 'La familia cristiana, esperanza para Europa', un slogan muy pretencioso y un despliegue de medios excesivo a todas luces, mas en los tiempos que corren.
Algún mal pensado o eminencia, que no ve más allá de su propio ombligo dicen “que hay personas que escriben mal de la Iglesia con la de cosas que hace bien”. Pero es que hay ocasiones en las que las cosas que se proclaman o se dicen desde la jerarquía de la Iglesia no hacen sino provocar dolor y sonrojo y ya sabemos y somos conscientes de que todos los cristianos no son iguales, hoy no se puede estar mirando al Cielo.

Ginés J. Parra Córdoba.
Miembro de Comunidades Cristianas de Base. Almería, 30 de Dic. 2010

Publicada en la Voz de Almería el día 2 de Diciembre de 2010

1 comentario:

Unknown dijo...

Querido Ginés. El año pasado publiqué unas unidades didácticas para plantear la afectividad-sexualidad en la clase de religión. Lo hice desde la plataforma FLGTB para mostrar que son más lo que une que lo que separa. En una de las unidades didácticas planteaba como actividad que el alumnado eligiera entre varios tipos, la familia que podía ser ideal y cuáles tenían que ser los criterios para denominarla así. Desde foros cristianos como 'profesionales para la ética' se tildó de negativo la posibilidad de elección. Creo yo que porque primero está el dogma que la realidad y el amor de los miembros. O posiblemente porque el desamor de los matrimonios eclesiales es mejor que el amor de los 'pecadores'. Abrazos. Benito Aguiar