Hoy
pasado el tiempo parece ser que
estas medidas han beneficiado a mas de uno, incluso a personas o
entidades que no esperaban que fuese tan rentable y beneficiosa.
En
Almería, cuando llegaba el otoño y refrescaba un poco todas las
terrazas de los pocos bares que la tenían desaparecían ¿Quien iba
a osar sentarse en plena calle con trece o catorce grados?
Impensable.
Sin
embargo, parece que el deseo de disfrutar de un buen vino, una
cerveza y una magnifica tapa mientras se llena uno de nicotina, se
antepone al fresquillo que pueda pasar; pañuelo al cuello y
chaquetón permite conjugar ambas cosas.
Así
de esta forma la ciudad y sus costumbres se han trasformado gracias
al vicio del fumeteo.
Hace
ya unos cuantos años, un avezado concejal de nuestro ayuntamiento
dijo que la ciudad era para los ciudadanos, con esta idea emprendió
una cruzada para ensanchar las aceras. Pasado el tiempo, esa medida
les ha resultado rentable a mas de uno.
Las
aceras, las pocas plazas que hay en la ciudad y las calles peatonales
han sido ocupadas, yo diría que tomadas, por sombrillas, mesas,
veladores, sillas y hasta estufas, algunas pseudoterrazas, acotadas
con vayas, otras acristaladas,...Y lo que empiezan siendo 4 sillas si
te despistas un par de meses sin pasar por allí, te encuentras
aquello totalmente transformado.
Los
soportales de la Plaza Vieja desde hace tiempo ya no se pueden
recorrer en su integridad por que están ocupados por terrazas
privadas igual ocurre en la calle Blas Infante o artes de arcos. Y
que decir de calles llamadas peatonales, es decir que no pueden pasar
vehículos, pues que a pesar de tener ese adjetivo, tampoco pueden
pasar peatones cuando apenas queda un metro para poder hacer uso de
ellas.
Igual
sucede en uno de nuestros lugares mas emblemáticos como es la Puerta
Purchena. Locales de hostelería, sin espacio en su interior, poseen
una amplia terraza, una que llega justo hasta el mismo limite de
ambos pasos de peatones y en otro se topa con la figura de Nicolás
Salmerón que a poco que nos descuidemos, cualquier día de estos se
queda oculto entre las mesas y se sienta en una de ellas a tomarse un
café.
Sin
lugar a dudas esta proliferación de terrazas por doquier, ya sea en
el centro, el casco histórico o los barrios, está dando pingues
beneficios a los que las instalan y a los que las conceden, pero
también están dejando con pocos espacios libres y diáfanos para el
disfrute y el paseo de los ciudadanos y en muchos casos afeando el
entorno paisajistico e incluso en otros, dificultando el paso de
personas con discapacidad o que hacen uso de carritos de niños o
sillas de ruedas.
Crecimiento
y soluciones, si, pero con cordura y no a consta de lo que sea.
Ginés
J. Parra Córdoba
Educador
Social
Almería, 08 Abril 2013
Publicado
en La Voz de Almería el 29 de mayo de 2013
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