Son las 19, 20 h. aproximadamente, las familias retozan en la arena de la playa para mitigar los rigores del verano, los niños juegan en la orilla, desde los Tritones, al Delfin Verde y la Cabaña del Tio Tom. Las abuelas sentadas en su silla playera bajo la sombrilla para poder respirar. La mayoria estan ajenos a lo que va a suceder, otros que lo saben, aguardan en segunda linea de playa para ser expectadores de la que se avecina.
Efectivamente, no falla y puntual a su cita asoma en el horizonte la figura de un barco, poco a poco se aproxima al puerto de la Ciudad, se escuchan, a pesar de la lejania el sonido de sus motores, se divisa la estela de espuma que deja tras de si. Algunos, los mas avezados se paresuran a salir del agua, otros retiran su cosas de la orilla, las madres sacan a los niños de su placentero baño. Sin embargo, otros continuan leyendo el periodico bajo su parasol, ajenos a lo que va a acontecer. Otras continuan dorandose al sol tumbadas sobre la esterilla. El murmullo y el revuelo se apoderan de la playa mientras otros atonitos, miran a un lado y a otro tratando de comprender que es lo que ocurre pero no alcanzan a comprender que es lo que se les viene encima.
Una madre grita: “Niños que viene la ola, saliros a merendar”. El que dormita bajo la sombra levanta la cabeza y solo ve el mar en calma mas sereno que un bloque de hielo y a lo lejos una nave que entra en puerto.
Una señora despierta a una joven que parece dormitar apoyando su cabeza sobre el colchon hinchable. “Bonica, mira que viene la ola y te va a mojar todo”. Levanta sus gafas de sol, mira al mar y nada se mueve. La mujer le insiste: “Nenica, que viene la ola”. No obstante, sin entender nada, se levanta y retira sus cosas de la orilla un par de metros hacia atras, por si acaso.
La embarcación se adentra en el puerto y nada ha sucedido, pero de pronto, a escasos metros de la orilla, el mar parece agitarse, pareciese como si algo bulliese en el fondo y comienzan a elevarse pequeñas olas, hasta que una de ellas se hace mas grande, rompe en la orilla y se adentra en tierra firme casi dos metros. El murmullo en la playa es generalizado, la gente se levanta de sus asientos, las esterillas y las chanclas flotan en el agua, algunos salen corriendo para rescatar su enseres, otros cargan con la sombrilla abierta sobre el hombro, los que sesteaban en la arena han despertado sobresaltados y miran a un lado y a otro intentando, perplejos, comprender el fenomeno y contemplan el exodo masivo de los de primera linea de playa que avanzan hacia la retaguardia cargados con su pertenecias, en muchos casos chorrenadico vivas.
Los foraneos preguntan y algunos se auto contestan: “Ha comenzado a subir la marea, tendremos que irnos”, ajenos a que en el mediterraneo almeriense, esto no ocurre. Otros les explican que ha sido el barco: ¿que barco? Preguntan, ya no hay ninguno en el horizonte ya que su efecto se produce a posteriori.
¿Que contaran los turistas cuando lleguen a a su casa? ¿Se tratara de un fenomeno extraño? ¿Tal vez un viejo animal marino que surge de las profundidades? ¿La pleamar que se inicia en Almería? ¿Nuevas situaciones procedentes del calentamiento del planeta? ¿O tal vez pequeños tsunamis producidos por fenomenos sismicos propios de nuastra tierra?
Tal vez sea un caso digno de estudiar para Iker Jimenez y Milenio cuatro, mañana lo sabremos.
Ginés J. Parra Córdoba
Educador Social. Almería 26 Julio 2011
Publicado en La Voz de Almería el 23 de Agosto de 2011
jueves, 25 de agosto de 2011
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